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La historia de mi vida La historia de mi vida

Lengua original dizdà

Autor(a) Rogelio Juárez (Chelito)

Ilustraciones -

Traducción Eder Santiago García

Lengua español

Nivel Nivel 4

Contar el cuento completo El audio no está disponible actualmente.


Mi nombre es Rogelio. Soy un migrante zapoteco y voy a platicarles algunos detalles sobre mi vida. Nací en San Pablo Villa de Mitla, un pequeño pueblo de Oaxaca. Cuando empecé a trabajar, yo iba a la escuela, tenía unos ocho o diez años. Mi primer trabajo fue como labrador de cantera. Comencé a hacer ídolos de piedra gracias a que mi madre me mandó a aprender con el señor Manuel, un familiar que accedió a enseñarme su oficio mientras yo no tenía clases en la escuela.

Mi nombre es Rogelio. Soy un migrante zapoteco y voy a platicarles algunos detalles sobre mi vida. Nací en San Pablo Villa de Mitla, un pequeño pueblo de Oaxaca. Cuando empecé a trabajar, yo iba a la escuela, tenía unos ocho o diez años. Mi primer trabajo fue como labrador de cantera. Comencé a hacer ídolos de piedra gracias a que mi madre me mandó a aprender con el señor Manuel, un familiar que accedió a enseñarme su oficio mientras yo no tenía clases en la escuela.


Cuando terminé mi educación en la primaria, comencé con un nuevo trabajo, el telar de cintura. Para poder trabajarlo era necesario amarrarnos un mecapal en la cintura y teníamos que amarrar el telar a un árbol. Yo hacía un joronguito al día, el cual me pagaban a uno cincuenta. Así pagaban en ese tiempo.

Cuando terminé mi educación en la primaria, comencé con un nuevo trabajo, el telar de cintura. Para poder trabajarlo era necesario amarrarnos un mecapal en la cintura y teníamos que amarrar el telar a un árbol. Yo hacía un joronguito al día, el cual me pagaban a uno cincuenta. Así pagaban en ese tiempo.


Poco después, aprendí a hacer otras prendas artesanales como capuchas y rebozos, me pagaban tres pesos por cada rebozo que tejía. Yo hacía dos rebozos en un día. Con los años, comencé a trabajar el telar de pedales. En ese tiempo, no había muchos telares en el pueblo. Aprendí muy rápido a trabajar en el telar, aprendí a urdir y a hacer camisas deshiladas en 1972.

Poco después, aprendí a hacer otras prendas artesanales como capuchas y rebozos, me pagaban tres pesos por cada rebozo que tejía. Yo hacía dos rebozos en un día. Con los años, comencé a trabajar el telar de pedales. En ese tiempo, no había muchos telares en el pueblo. Aprendí muy rápido a trabajar en el telar, aprendí a urdir y a hacer camisas deshiladas en 1972.


Un día, cuando ya era joven, un tío me dijo:

– Vas a hacer unas camisas que voy a llevar a vender a Mérida.

– Sale pues tío,– le dije. Fui a comprar un paquete de hilo a la ciudad de Oaxaca, urdí el hilo y comencé a hacer las camisas de mi tío. En una semana hice cien camisas.

Un día, cuando ya era joven, un tío me dijo:

– Vas a hacer unas camisas que voy a llevar a vender a Mérida.

– Sale pues tío,– le dije. Fui a comprar un paquete de hilo a la ciudad de Oaxaca, urdí el hilo y comencé a hacer las camisas de mi tío. En una semana hice cien camisas.


Durante veinte años trabajé en el telar, todos los días trabajaba. Después vine a Puerto Vallarta. Mi compadre Mauro me invitó, él vivía cerca de la Playa de los Muertos donde también rentaban otros paisanos del pueblo. Un día compré mi permiso para vender en la playa, me costó dos millones y medio.

Durante veinte años trabajé en el telar, todos los días trabajaba. Después vine a Puerto Vallarta. Mi compadre Mauro me invitó, él vivía cerca de la Playa de los Muertos donde también rentaban otros paisanos del pueblo. Un día compré mi permiso para vender en la playa, me costó dos millones y medio.


Como comerciante visité Coatzacoalcos, Ciudad del Carmen, Ensenada, Mérida, Mazatlán y Cabo San Lucas. Aprendí un poco de inglés al escucharlo en la playa, algunos turistas me enseñaron. El zapoteco lo hablo con los paisanos, con la gente grande. Lo usamos cuando nos encontramos en un velorio, en una pachanga o en la playa donde trabajamos. Los jóvenes ya no platican en zapoteco, solo en español o inglés. Ellos hablan mucho inglés porque se necesita en el trabajo.

Como comerciante visité Coatzacoalcos, Ciudad del Carmen, Ensenada, Mérida, Mazatlán y Cabo San Lucas. Aprendí un poco de inglés al escucharlo en la playa, algunos turistas me enseñaron. El zapoteco lo hablo con los paisanos, con la gente grande. Lo usamos cuando nos encontramos en un velorio, en una pachanga o en la playa donde trabajamos. Los jóvenes ya no platican en zapoteco, solo en español o inglés. Ellos hablan mucho inglés porque se necesita en el trabajo.


Llevo 30 años viviendo en Puerto Vallarta. Antes se vendía mucho, ahora todo está cambiando, los turistas ya no compran, y si compran, regatean. Ya no pagan como antes. Todo está cambiando.

Llevo 30 años viviendo en Puerto Vallarta. Antes se vendía mucho, ahora todo está cambiando, los turistas ya no compran, y si compran, regatean. Ya no pagan como antes. Todo está cambiando.


Lengua original: dizdà
Autor(a): Rogelio Juárez (Chelito)
Ilustraciones: -
Traducción: Eder Santiago García
Lengua: español
Nivel: Nivel 4
Fuente: Tradición oral
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