Le dieron de comer. Después de esto, el cachorro se echó a un lado de la puerta y se quedó dormido.
Pasaron unas horas y vieron que el cachorro estaba creciendo. Cada hora que pasaba se veía más y más grande. La señora empezó a tener miedo pues estaba sola con sus dos hijos. Decidió marcharse con sus hijos a casa de los abuelos.
Salieron de su casa despacito para no despertar al perro grandote, pero cuando iban a medio camino éste se despertó y vio que se habían ido. Empezó a olerlos y fue tras ellos. Los alcanzó, les cortó el paso y no los dejó pasar.
Nii nachuwinanátit, nii namakasananátiti lánki nii nakaqalaqaxmátan áma chíchi.
Y entonces la señora tuvo que volver a casa con sus dos hijos. Tenía mucho miedo, así que metió a sus dos hijos en un costal que amarró con un mecate y lo colgó en la solera de su casa. Les dijo:
– Aquí se estén calladitos, no hagan ningún ruido para que el perro no los mire.
Álaan wáka kintáwa. Kun luu xpatsámat, nialh káwalh. Chuwinálhchu.
– Nakána lhtátay, chalíku. –
Ákan chalh xchik lhtátalh; luu qalánka xwániit.
Al caer la noche, el perro entró a la casa y se comió a la señora. Sólo dejó su ropa y cabellos. Una vez que se la comió, el perro se convirtió en hombre. Miró hacia arriba y dijo:
– Ahí tengo más comida.
Pero ya estaba muy lleno, no le cabía más en la panza. Y dijo:
– Mejor me voy y vuelvo otro día.
Cuando llegó a su casa se tiró en la cama a dormir; estaba bien gordo.