Una vez, un hombre que era leñador aquí en Ixtenco se fue a trabajar a las faldas de la montaña La Malinche.
Una vez, un hombre que era leñador aquí en Ixtenco se fue a trabajar a las faldas de la montaña La Malinche.
Mientras caminaba por las orillas de la montaña, vio acercarse una mujer muy bonita, vestida con una falda negra, faja, y camisa con bordado de pepenado.
Mientras caminaba por las orillas de la montaña, vio acercarse una mujer muy bonita, vestida con una falda negra, faja, y camisa con bordado de pepenado.
Ella le pidió que la llevara cargando en su espalda hacia su casa, pero él no estaba convencido.
– ¡Lléveme, por favor!
Hasta que se animó y aceptó llevarla.
Ella le pidió que la llevara cargando en su espalda hacia su casa, pero él no estaba convencido.
– ¡Lléveme, por favor!
Hasta que se animó y aceptó llevarla.
Entonces el hombre la cargó y empezó a caminar.
Ella le indicó el camino, el cual era muy bonito. Estaba lleno de árboles frutales con todo tipo de frutas.
Entonces el hombre la cargó y empezó a caminar.
Ella le indicó el camino, el cual era muy bonito. Estaba lleno de árboles frutales con todo tipo de frutas.
Poco antes de llegar, ella ahuyentó a unos leones que salieron de su casa.
Poco antes de llegar, ella ahuyentó a unos leones que salieron de su casa.
Como al llegar a casa de la mujer ya era muy noche, ella le propuso que se quedara a cenar y a dormir. Él aceptó.
Como al llegar a casa de la mujer ya era muy noche, ella le propuso que se quedara a cenar y a dormir. Él aceptó.
A la mañana siguiente, el hombre regresó en poco tiempo y por el mismo camino a su casa, pero fue como si hubieran pasado muchos años. El hombre llegó a su casa ya viejo y su familia apenas lo reconoció.
A la mañana siguiente, el hombre regresó en poco tiempo y por el mismo camino a su casa, pero fue como si hubieran pasado muchos años. El hombre llegó a su casa ya viejo y su familia apenas lo reconoció.